Mary Fuentes Miniondas/FarándulaUSA

¡Uuuyy, qué miedo!!! (Feliz día de domingo)

¿Qué le parecería a usted, aficionado a la Fiesta Taurina, que se decidiera a asistir un fin de semana por la tarde a una corrida de toros. Todo transcurre normal. Disfruta ese ambiente festivo junto con los asistentes. Está usted en su lugar favorito, muy tranquilo tomándose su refresco preferido que usted mismo llevó o compró a la entrada .

El torero allá abajo, al centro del ruedo, capoteando al toro con la elegancia que lo caracteriza: gallardo, audaz, vigilante, con un aire de: “yo lo puedo todo”, “mírenme cómo me enfrento al peligro”. De pronto, el toro da giros inusuales confundiendo al mismo matador, y desafiándolo logra que se arrincone en los burladeros. El público lo presencia todo.

El toro, negro, pesado, de grandes y bien afilados cuernos, con su hocico jadeante, corre de un extremo a otro, buscando salir de ese círculo que lo marea. Sus pesadas pezuñas dan contra el suelo como si quisiera sacarle chispas, pero lo que provoca es levantar una pequeña polvareda. En tanto, los acompañantes de la faena buscan controlarlo, pero el toro se enfurece aún más. El torero permanece con asombro todavía arrinconado esperando ayuda.

Y de repente, en uno de esos giros, el enorme animal, enfilando sus astas, sus más preciados elementos de defensa, corre y se lanza directamente al público. Salta la primera valla con una fuerza tan espectacular, que pareciera que tuviera ‘alas’ invisibles, y su pesado cuerpo cae sobre la multitud que queda atónita ante la intempestiva y no esperada envestida. Hay gritos, corren unos, se lanzan al ruedo otros, sin medir el riesgo por la caída. Todos quieren salvarse.

Aquí hay una sola pregunta: ¿El toro confundió el tendido con el ruedo?, o simplemente quería estar de parte del espectador, y ser él quien viera el aturdido espectáculo. Júzgue usted mismo!

Esta historia parecería un chiste, ¡pero no!, queridos lectores. Esto acaba de ocurrir unos días atrás en Perú, en la localidad de Taraco, donde precisamente lo que menos esperaban los asistentes era encontrarse de «cara a cara” con el embravecido toro de lidia.

En esta ocasión, según dijeron las autoridades correspondientes, solo hubo unos cuantos heridos sin gravedad, pero sí muchos asustadizos espectadores.

Para la próxima vez que usted desee ver los toros desde la barrera, como dice el dicho, no se fíe, escoja un lugar muy lejos de las primeras filas, por si acaso, o simplemente, si “televisan” la corrida, mucho mejor, opte por verlo desde la comodidad de su “sillón” en casita, que ahí lo único que podría suceder es que tire su bebida y las palomitas al piso, por la impresión de ver un espectáculo de tal magnitud, y después tenga que limpiar lo que derramó. Pero eso sería todo. ¿No cree usted?

Fuente: Miniondas/Farándula USA

Foto: Yann Tech WP