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El liberal Mauricio Macri (Cambiemos) será el nuevo presidente de Argentina, después de imponerse por una ajustada diferencia al peronista Daniel Scioli (Frente para la Victoria) por 51,4% a 48,6%, al 99% escrutado
Macri ganó por la mínima, menos de tres puntos, poco más de 700.000 votos en un país con 32 millones de personas llamadas a las urnas. Es mucho menos de lo que esperaba. Pero ganó, y no pasó nada, a pesar de que el país se partió a la mitad. Argentina vivió este giro radical al centro-derecha tras 12 años de kirchnerismo con una inesperada calma.
Después de una campaña tensa, las elecciones fueron muy tranquilas, mucho más de lo que el ajustado resultado haría esperar. Parecía como si todo estuviera ya decidido desde la primera vuelta, donde se produjo el vuelco real. Macri se convirtió entonces en favorito y no se ha bajado de ese pedestal.
Asumida la victoria de Macri, la única duda que quedaba por resolver era qué distancia lograba con su rival, un dato importante para saber con qué fuerza arrancaba su Gobierno en una situación económica delicada. Ahora se sabe que el margen es mínimo. El kirchnerismo perdió pero resistió con fuerza después del desgaste de 12 años de Gobierno.
Los macristas atribuían este recorte final al éxito de la campaña del miedo que promovió Scioli en las últimas semanas y que hizo mella aparentemente en un parte de la población, sobre todo la más pobre. Scioli logró así ganar en la provincia de Buenos Aires, la más sensible a este tipo de mensajes, según los macristas.
Toda la campaña estuvo centrada en la idea de que con Mauricio Macri venía un cataclismo, pero el día en que realmente se votó, no pasó nada. Incluso Daniel Scioli, que durante tres semanas trató de convencer a los argentinos de que su rival es “un peligro”, se olvidó ayer de esa guerra e incluso trató de recuperar su amistad con Macri. Ambos eran amigos hace 30 años, pertenecen al mismo círculo de hijos de empresarios millonarios y son de la misma generación, pero en estos últimos días todo parecía roto entre ellos.
Scioli se encargó ayer de recordar que Macri estuvo en su boda y que él estuvo con su rival pocas horas después de que fuera liberado de un durísimo secuestro que sufrió en 1991. Tenían una amistad estrecha. Macri insiste en que Scioli ha sido “una gran decepción” por la campaña durísima que ha protagonizado en los últimos días. “Está lanzando la imagen de que soy una mala persona que va a hacer daño a su país”, se quejaba el jueves.
Esta batalla entre dos hombres de la élite económica del país, que vienen de mundos ajenos a la política —Macri del fútbol, como presidente de Boca Juniors, y Scioli de un deporte para millonarios como las lanchas fueraborda— ha llegado a su fin y Scioli busca la reconciliación.
Fuente: Servicios Miniondas/FarándulaUSA, El País, bbc, et.al.
Foto: agenhoy.com.ar