EL REAL MADRID VENCIO AL BARCELONA
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El fútbol fue injusto con Marc Bartra, justo con Bale, agradecido con el ímpetu del Real Madrid y duro con la leyenda del Barça, que en Mestalla entregó su grandeza a través de un Clásico de enorme tensión futbolística y de claras señales de futuro. El Barça. Este Barça, es más pasado que futuro y tiene un presente en que se dibuja el final de una época. Sin disimulo. Sin vuelta atrás.
A dos minutos del final el poste izquierdo de Casillas escupió un disparo de Neymar que hubiera llevado el partido a la prórroga y evidenció, ironías del fútbol, la diferencia final entre él y Bale esta temporada. El galés, correcaminos impresionante, marcó un gol de bandera, el gol de la final y probablemente el mejor del año en España; el brasileño, castigado por Martino durante demasiados minutos a la banda derecha, se las vio y se las deseo para mostrar algo de provecho.
A fin de cuentas podría decirse que el Barça perdió porque vivió en el alambre de la manera más peligrosa que se recuerda. Roto por el eje, cada pérdida de balón en la zona de medios madridista desembocaba en un susto tras otro, pasando la zaga azulgrana por verdaderos problemas ante la agitación ofensiva del equipo de Ancelotti, quien debió descubrir a través de los partidos de su rival ante el Atlético cómo anularle.