Enclavado en la imponente Sierra Madre Occidental y bañado por las aguas del océano Pacífico, Riviera Nayarit se perfila como uno de los destinos más atractivos de México.
El área se extiende alrededor de 300 kilómetros a lo largo de la costa, precedida de selva montañosa y frente a islas costeras. Para quienes deseen conocer el lado más rural y rústico de México, la riviera posee un vasto espacio abierto.
A lo largo de la costa nayarita se extienden playas para todos los gustos: algunas con exclusivos complejos hoteleros para quienes buscan lujo, otras poco concurridas para quienes desean relajarse, unas más con fuerte oleaje para los practicantes de surf. A los encantos de esta región se suman islas, manglares y pintorescos poblados.
Bahía de Banderas, al sur de la riviera, es célebre por recibir año con año cientos de ballenas jorobadas que ofrecen un espectáculo sin igual. Aquí se encuentran varios sitios de interés turístico como Nuevo Vallarta y Punta Mita, donde se asientan lujosos campos de golf, marinas, centros comerciales y hoteles. Por otra parte, Puerto Vallarta es famoso por su extenso malecón y su agitada vida nocturna.
VARIEDAD Además de las playas y bahías, hay una amplia variedad de parques temáticos en la Riviera, entre los que destaca Aquaventuras
Riviera Nayarit también es hogar de playas solitarias y pueblos con una extraordinaria riqueza natural. Tal es el caso de Flamingos, donde se puede disfrutar de tres hermosos lagos; Bucerías, con una larga playa y calles empedradas; La Cruz de Huanacaxtle, un pintoresco pueblo de pescadores; Destiladeras, paraíso de surfistas; Islas Marieta, una reserva ecológica y Sayulita; un poblado bohemio ideal para acampar.
En el centro del corredor se sitúan Rincón de Guayabitos, cuyas playas de aguas cristalinas y oleaje tranquilo simulan una gran alberca. Muy cerca de ahí se localiza el santuario prehispánico Altavista y la playa semivirgen de Chacala, sitio para dejarse sorprender por la naturaleza.
El municipio San Blas, ubicado en el norte de la riviera, alberga una gran biodiversidad así como vestigios arqueológicos. Aquí es posible recorrer los manglares de La Tovara, tomar un tour a la Isla Isabel, observar aves en Singayta, surfear en la Bahía de Matanchén, visitar las ruinas de la fortaleza de San Basilio, conocer la Isla de Mexcaltitlán y visitar la zona arqueológica Los Toriles.
La oferta gastronómica de la riviera es muy variada: en hoteles y restaurantes lujosos se sirven platillos gourmet preparados con mariscos frescos, siempre con un toque prehispánico.
En las playas y los poblados es posible degustar exquisitos manjares como albóndigas de camarón, el tradicional pescado zarandeado, aguachile, tlaxtihuille (atole de maíz, polvo de camarón y chile), chicharrón de pescado, tamales de camarón, tacos o tostadas de marlín y muchas delicias más.
Los huicholes son el grupo étnico más conocido de la región, se distinguen por sus llamativos vestuarios y sus sombreros adornados con plumas, así como por sus coloridas y elaboradas artesanías, entre las que destacan máscaras y figuras de animales hechas con chaquiras, cuadros, bolsas y joyería.
UNA PROBADITA DEL MAR
Enclavada en la Sierra Madre Occidental, la Riviera Nayarit es sinónimo de abundancia. Las lluvias frecuentes en verano dan lugar a fértiles tierras, donde se produce una gran variedad de frutos tropicales. Por doquier se erigen árboles de coco, plátano, tamarindo y mango petacón, cuyos frutos se consumen en cocteles, jugos naturales y dulces.
Las costas de este paraíso, bañadas por las aguas del Océano Pacífico, son ho- gar de una vasta riqueza marina. Aquí, los pescadores pescan a diario cazón, robalo, pargo, marlín, camarón y ostión, entre otros animales marinos. Si quieres conocer el sabor del fondo del mar dirígete a alguna palapa o restaurante cuya especialidad sean los mariscos. ¡Los encontrarás en cada rincón!
La estrella de la gastronomía nayarita es, sin duda, el pescado zarandeado. Este manjar náhuatl procedente de la isla de Mexcaltitán se prepara principalmente con pargo, robalo o dorado, pescados que al ser expuestos al calor sueltan un exquisito jugo. Se marinan con una salsa de limón, salsa de soya, ajo y chile y se ahúman con leña de mangle. Se adornan con rodajas de cebolla, jitomate y pepino, y se acompañan con tortillas recién hechas.
Si prefieres un platillo más fresco para resguardarte del calor, no dudes en pedir el aguachile. Este platillo consiste en rebanadas finas de camarón crudo marinadas en jugo de limón, y contiene además rodajas de cebolla morada y chile serrano. Se come acompañado con tostadas de maíz.
¿Quieres probar algo único? Pide las enchiladas de ostión. Para prepararlas, los ostiones se fríen en aceite de oliva con epazote, ajo y sal. Se les añade una salsa de tomate, chile serrano y cilantro, y se sirven con queso fresco. Un manjar que no encontrarás en ningún otro lugar.
Su arena fina y dorada, sus aguas de oleaje tranquilo y su vegetación abundante –que incluye palmeras, caobas y árboles frutales– la convierten en uno de los destinos más hermosos de la costa nayarita. Los visitantes acuden aquí a descansar, nadar, snorquelear y disfrutar el paisaje.
Quienes se internen en la selva podrán observar castores, tejones, armadillos, ocelotes, aves tropicales y otras especies de animales silvestres.
El encanto de este pueblo costero reside en sus atractivos naturales, la hospitalidad de su gente y su esfuerzo por cuidar el entorno natural. Además, esta población es un ejemplo de un proyecto turístico sustentable. Muchas familias rentan a los visitantes una habitación de sus viviendas, se trata de una opción de alojamiento muy concurrida que permite conocer las costumbres locales así como degustar exquisitos platillos de mariscos frescos hechos en casa.
Asimismo, a 10 km de Chacala, entre la espesa selva, se asienta un conjunto de petroglifos (grabados en piedra) que ofrece un acercamiento al modo de vida de los antiguos habitantes de la región.