He aquí una composición para todos nuestros lectores, de mi parte con todo cariño, por el mes del Amor y la Amista, esperando que este febrero brindemos sonrisas, abrazos y palabras motivadoras, más de lo usual, a nuestros seres queridos y a quienes nos rodean. Porque el amor ensalza a quien lo brinda y fortalece a quien lo recibe.
Diálogo con tu corazón
Por Mary Fuentes
Extiendes tus manos intentando atrapar algo tangible,
pero las palmas de tus manos sólo atrapan la nada.
Buscas su imagen queriendo fijarla en tu mente,
pero sólo ves líneas borrosas, cual bosquejo para un pintor.
Tratas de recordar su nombre, aquel que tanto pronunciaste,
pero sólo recurren a tus labios sílabas incoherentes sin formar una sola palabra.
Le dices a tu mente que te ayude a recordar algo, algo que sientes que existió,
pero sólo ves siluetas que se disipan, y voces que se confunden.
Entonces acudes a tu corazón, y le preguntas si algún día refugió algo digno de recordar.
Él te responde:
– Sí. Yo he sido la caja fuerte de ese secreto, de ese gran tesoro.
Le preguntas con ansiedad:
-¿Qué es ese secreto, cuál es ese tesoro?
Él te responde:
– El más bello de los amores que un ser humano puede desear.
– ¿Un amor… qué amor?, ¿tiene nombre?, le sigues preguntando.
– Su nombre significa Roca, con la que se edifica el más firme y majestuoso castillo; contra la que pueden chocar las más suaves o furiosas olas del mar sin provocarle ningún daño.
– ¿Cómo era ese amor, qué significaba él para mí?
– Él representó todo para ti, tu alegría, tu apoyo, tu refugio; recargabas tu cabeza sobre sus hombros y él te acariciaba tiernamente deseando calmar tus temores.
Con impaciencia sigues cuestionando:
– ¡Qué más, por favor, dime!
– Ambos llegaron a recorrer lugares llenos de encanto, de atardeceres en la playa. Fijaban sus miradas en el mismo horizonte. Una y otra vez sintieron el mismo viento golpear sus rostros. Unieron sus carcajadas tras contar alguna anécdota curiosa. Las noches estrelladas y de luna llena eran su poesía. Saborearon los mismos manjares, los mismos vinos, pero también probaron las mismas hieles.
Y sigues interrogando a tu corazón:
– Entonces, si compartimos tantas cosas juntos, y si él era tan importante para mí, y yo para él, ¿por qué no está conmigo? ¿Yo lo rechacé, o él se fue? ¿Yo ya no lo quise, o él se alejó de mí?
– Él está contigo, no te ha abandonado, su esencia te sigue acompañando, porque tú te transformaste en otra persona desde el momento en que se conocieron.
– Pero dime, ¿dónde lo puedo encontrar para que regrese a mi lado?, ¡yo lo necesito!
– Sólo cierra tus ojos, pronuncia su nombre. Su imagen vendrá a tu memoria, ¡salúdalo! Trata de ver en él esa mirada cautivadora que tanto te encantaba, ¡sonríele!, como ambos lo hacían cuando se encontraban.
– ¿Recurrirá a mí? Le preguntas emocionada.
– ¡No!, físicamente, no. Pero sentirás sus abrazos, esos mismos que tanto te dio. Sus caricias, escucharás sus palabras, su mirada confortadora estará ahí, uniéndose a la tuya.
– Pero ¡yo lo quiero tener a mi lado, tocarlo, sentirlo, y no sólo en mi mente!
– Él no estará más contigo. Él está en otro sitio cumpliendo una misión. Te deberás conformar sólo con su recuerdo. Pero cuando tu mente se niegue a darte esos recuerdos, consúltame; consulta tu corazón, que yo estaré guardando siempre ese bello amor que existió en tu vida, el más hermoso y maravilloso de los tesoros.
Y así termina el diálogo con tu corazón.
El día te ha parecido lento. Es una tarde lluviosa. A través de la ventana ves pasar sigilosamente hombres vestidos de blanco. Te fijas en algunos de ellos, pensando que él podría estar ahí, buscándote como tú lo has estado haciendo por mucho tiempo.
Permaneces tranquila en tu habitación. Tratas de sentir su aliento junto a ti. Gruesas gotas de agua chocan contra los cristales de la ventana. De repente tu mirada se pierde en esas cuatro paredes, y tus recuerdos se confunden,… otra vez.
Tu corazón late apacible. Y mientras te meses en tu sillón, empiezas a tararear una canción, su canción, aquella que se convirtió para ti y para él, en su himno de amor: “Si la vida se sostiene por instantes, y un instante es el momento de existir. Si tu vida es otro instante, no comprendo. Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio,… y coincidir.”
Nota 1: Autora: Mary Fuentes ⁄ Nov./06/2011
Nota 2: Las últimas líneas entrecomilladas son una estrofa de la canción Coincidir, de Alberto Escobar.