Todos saben que la nota más alta y más buscada es la “A” cuando uno se encuentra en el sistema educativo estadounidense. ¿Pero por qué tiene tanto valor?

Al recibir esa nota con la terminación de un examen, proyecto, ensayo, o presentación, el estudiante cobra un sentimiento de afirmación a relación de su inteligencia. No importe cuanto tiempo, esfuerzo, o creatividad le tomó cumplir con su tarea, el estudiante no se sentirá satisfecho hasta que reciba esa “A”. Desde que empecé la universidad, tuve que tomar ya tres exámenes para diferentes clases y presentar un proyecto de diseño. En todos recibí la famosa, tan deseada “A” que me hizo sentir verdaderamente feliz. Sentía que estaba yendo en el camino correcto solo por ser valuada con la primera letra del alfabeto.

¿Pero quién decide que vale una “A”? y ¿Por qué estas letras nos afectan tanto?

Cada profesor construye su propia formula de como calificar trabajos hechos por sus estudiantes y crean sus propios exámenes. Ellos definen qué es lo más importante, pero, desafortunadamente, esto no funciona con todos los estudiantes por la diversidad que existe hoy en día no solo en cultura sino en pensamientos también.

Digamos que una persona cree que el arte es muy importante en la sociedad pero otra persona cree que la ciencia vale mucho más. Ninguno de ellos está incorrecto pero si crean un examen, ya la respuesta estaría sesgada. Obtener una “A” requeriría estudiantes que piensen como ellos. Obviamente profesores intentan no crear exámenes basados a sus pensamientos, pero al fin y al cabo ellos deciden qué información importa más, cuantas preguntas correctas forman una “A” y que diseños, por ejemplo, se ven mejor que otros.

El estudiante tradicional necesita pensar en cinco o seis formas diferentes para adquirir la “A” de sus profesores. Si no consigue alguna de ellas se siente infeliz porque hay un sentimiento nacional que esa nota define su inteligencia y su chance a ser exitoso en la vida.

Lo loco es que, cuando uno crece y deja de ir a la escuela, ve que la vida ya no se define más por letras. Esta vez se define por dinero. Cuanto más papeles verdes ganas, más inteligente y exitoso te sientes. ¿Quién hubiera pensado que letras y papeles tendrían tanto poder en nuestras vidas?

Cuando uno se pone a pensar de estas cosas, se da cuenta que la mayoría de personas hoy en día realmente no estudia por aprender, si no por recibir la “A”, y tampoco trabaja para cambiar el mundo, si no para recibir dinero. Estudiantes hacen trampa y adultos priorizan su trabajo que sus familias y amigos. Bajas notas impiden la oportunidad para conseguir un buen trabajo y poca plata* resulta en hambre y frio.

¿Es posible cambiar todo esto?

La respuesta, por suerte, es sí. Siempre hay potencia para cambiar porque nunca es muy tarde para hacerlo. Será difícil pero lo es posible. Antes la tecnología era solo un sueño, pero mira como todo ha cambiado con el tiempo. No hay que rendirse solo porque el sistema parece más grande que uno. Cada paso pequeño para cambiar el mundo empieza con una sola persona hasta que crece más de lo que te puedes imaginar.

Nosotros tenemos más poder que una letra o un papel. Lo único que tenemos que hacer es cambiar la perspectiva.


Melanie Danoviz

Imagen Crédito: Melanie Danoviz