Los estudios han mostrado que las personas con discapacidades tienen más probabilidad que otras personas de reportar que:
- Tienen un estado de salud general más precario.
- Tienen menos acceso a una atención médica adecuada.
- Son fumadoras y practican menos actividad física.
Las personas con discapacidades necesitan atención médica y acceso a programas de salud por las mismas razones que las demás personas: para mantener su bienestar, estar activas y participar en la comunidad.
La mayoría de las personas con discapacidades notifican un estado de salud bueno, muy bueno o excelente, aunque en una proporción menor que las personas sin discapacidades. Estar saludable representa lo mismo para todas las personas, es decir, estar y mantenerse bien para llevar una vida plena y activa. Esto significa que debemos contar con las herramientas y la información necesarias para tomar decisiones saludables y saber cómo prevenir las enfermedades. Para las personas con discapacidades, esto quiere decir también que pueden recibir tratamiento para problemas de salud relacionados con la discapacidad. Estos problemas (también llamados enfermedades o trastornos secundarios) pueden consistir en dolor, depresión y un riesgo más alto de contraer ciertas enfermedades.
Afecciones secundarias
Las personas con discapacidades a menudo enfrentan un riesgo mayor de presentar problemas de salud prevenibles. Como resultado de un tipo específico de discapacidad, por ejemplo, lesiones en la columna vertebral, espina bífida o esclerosis múltiple, pueden presentarse otras afecciones físicas o mentales.
Algunas de estas afecciones o trastornos secundarios pueden ser:
- Problemas urinarios e intestinales
- Cansancio
- Lesiones
- Problemas de salud mental y depresión
- Sobrepeso y obesidad
- Dolor
- Llagas o úlceras por presión