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El presidente de México busca pasar la «papa caliente» a Estados Unidos y de paso quitarse la preocupación de un tercer escape de El Chapo que terminaría con la escasa credibilidad del sistema carcelario mexicano, así como de procuración e impartición de justicia

EL gobierno mexicano ha decidido darle velocidad al sunto caliente de El Chapo. La extradición, la amenaza más temida por los narcos, no sólo se cierne en torno a Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, sino que puede ocurrir en el plazo más corto posible. Así lo dijo en Davos el presidente Enrique Peña Nieto, en una declaración que muestra como un Gobierno que hasta la fuga del criminal consideraba la extradición una mancha en su orgullo nacional, ahora ha decidido emplearla como herramienta política.

La extradición quedó como último recurso con la llegada de Peña Nieto a la presidencia en 2012. Frente al uso extensivo de Felipe Calderón de este recurso, el nuevo inquilino de Los Pinos, siguiendo la tradición nacionalista del PRI, disminuyó el envío de grandes reos a los Estados Unidos.

Cambio de política en el trato de Peña Nieto hacia los narcos

El caso de El Chapo es un ejemplo. La Procuraduría General de la República, aunque sin rechazar abiertamente su extradición, siempre antepuso que cumpliera su condena en cárceles de México. “El Chapo se tiene que quedar aquí a cumplir su condena y después lo extradito. Unos 300 o 400 años años después”, llegó a decir el fiscal general.

La fuga en julio pasado del líder del cártel de Sinaloa por un túnel de 1.500 metros fue una cachetada a la PGR y al propio presidente Peña Nieto que había declarado que era prácticamente imposible que El Chapo se fugara. El ridículo fue monumental y de escala mundial, pero también la evidencia de que ninguna cárcel (a la mexicana) es en verdad segura para narcotraficantes como El Chapo, lo que obligó a Peña a abrir las puertas a la extradición.

La captura, hace dos semanas, de Guzmán Loera fue la llave hacia la extradición, medida que ayer en el Foro Económico Mundial de Davos, Peña Nieto urgió se realice con rapidez. “La indicación a la Procuraduría es acelerar el trabajo para lograr lo más pronto posible la extradición de este delincuente”, declaró Peña Nieto.

El aspecto político del asunto se impone. En el PRI predomina la idea de que la medida tiene un triple efecto: muestra firmeza ante una ciudadanía que se burla del gobierno por la humillante fuga; elimina la idea de que el narco volverá a comprar a las autoridades, y envía el mensaje de dureza en el castigo a los narcos.

Pero esto no significa que el mayor capo de las drogas del planeta parta de inmediato hacia Estados Unidos. El trámite, se estima será largo y podría extenderse más de un año.

Peña Nieto resaltó en Davos que es un proceso judicial complicado en el que se puede demorar su salida de México mediante recursos de amparo. El Chapo cuenta a su favor con un ejército de abogados bien entrenados y una justicia a la mexicana, tortuosa y torpe. Ahora mismo el proceso está paralizado por una apelación admitida a trámite. Un ejemplo de la lentitud del proceso judicial es el caso de Edgar Valdés Villareal, La Barbie. Su extradición fue autorizada por la justicia mexicana en 2011, pero, debido a las continuas peticiones de amparo, no culminó hasta octubre de 2015.

La orden presidencial de imprimir velocidad al proceso marca, en cualquier caso, una línea divisoria histórica.

México, de momento, ya ha recibido dos órdenes de captura con fines de extradición procedentes de Estados Unidos. Contra El Chapo hay causas abiertas en juzgados de Arizona, California, Texas, Illinois, Florida y Nueva York. Este último, según medios estadounidenses, es el que más posibilidades tiene de sentar en el banquillo al capo. Se trata de un macrosumario por narcotráfico en el que participó la ahora fiscal general de Estados Unidos, Loretta Lynch.

Por primera vez en mucho tiempo, la suerte del líder del cártel de Sinaloa parece ir a la deriva. La seguridad de la cárcel se ha reforzado, la extradición se ha puesto en marcha y cualquier intento de huida supondría un desafío directo al propio presidente. Todo parece que El Chapo difícilmente puede escapar de este túnel.

Fuente: El País, La Jornada, Democracy Now!, bbc, Et. Alius
Foto: Presidencia de la República Mexicana