Carnaval y Penitencia

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|Luis Arritola Miniondas

La fiesta de la carne ha llegado. Durante varios dias en Río de Janeiro, Mazatlán, Veracruz y Ensenada las carnes tolendas se pasean con la multitud, abriéndose paso entre la festividad y la algarabia, quemando el Mal Humor y vistiendo de Rey Feo. Las costumbres se relajan y las prohibiciones quedan suspendidas por un tiempo abriendo la puerta y las ventanas al juego, el banquete, el baile, las máscaras y el desenfreno.

Pobres y ricos, piadosos y pecadores, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, olvidan por lo pronto sus penurias y diferencias, confundiendo al día con la noche, al bien con el mal, lo profano con lo sagrado. Todos se suman al ruido y al trajín.

El Miércoles de Ceniza es el primer día de la Cuaresma en los calendarios litúrgicos católico, protestante y anglicano. Se celebra cuarenta días antes del inicio de Semana Santa, es decir, del Domingo de Ramos. La ceniza es elaborada o extraída de los Ramos Benditos de la Semana Santa anterior, es decir, los del Domingo de Ramos, estos se incineran y de ahí sale la Santa Ceniza.
Este día ocurre en diferente fecha cada año, de acuerdo con la fecha móvil de Pascua. Puede acontecer entre el 4 de febrero y el 10 de marzo.
Para los creyentes católicos, esta cuarentena significa un tiempo de preparación para el Misterio Pascual (la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús). Por eso, el Miércoles de Ceniza inicia con un ayuno, para luego ir, en multitudes, a las iglesias a recibir la imposición de las cenizas.

En el carnaval se exaltan los instintos, lo fantástico vence una vez mas a la realidad, lo terrenal le gana la batalla al espíritu y se permiten los excesos de la carne, lo grotesco y el romance clandestino, ocultos tras el maquillaje, la máscara y el antifáz.

Terminado el carnaval empieza la cuaresma, el momento de retirar la carne, cuarenta días de penitencia, ayuno y recogimiento hasta alcanzar a la Pascua. De los fogones del pecado se toman las cenizas de las flores usadas en el carnaval y las comparsas, para untarla en la frente de los pecadores, en recordatorio de que: “somos polvo y en polvo nos convertiremos”.