La Batalla de Puebla

 

España, Inglaterra y Francia, preocupados por el incumplimiento de sus créditos, llegaron a México, España en diciembre de 1861 y las fuerzas inglesas y francesas en enero del año siguiente. Con un ultimátum dirigido a Juárez se pedía el arreglo económico, y el presidente mexicano manifestó su intención de llegar a un acuerdo amistoso que convocara el Ministro de Relaciones Exteriores Manuel Doblado.

Las naciones aliadas aceptaron la propuesta del gobierno mexicano firmando los Tratados de Soledad, pero en marzo de 1862 desembarcó en Veracruz el conde Laurencez con refuerzos para los franceses; cuando España e Inglaterra

se dieron cuenta de la intención del Francia para derrocar al gobierno de Juárez declararon roto el acuerdo antes mencionado y se reembarcaron con sus tropas.

El ejército francés ordenó el avance de sus tropas que constaban de seis mil hombres, apoyándolos algunos grupos de conservadores, al ver esto Laurencez creyó tener la victoria y vencer con facilidad al ejército mexicano que tan sólo contaba con cuatro mil efectivos, por lo que decidió el ataque.

El 5 de mayo de 1862 las fuerzas mexicanas que constituían el ejército Oriente comandado por el general Ignacio Zaragoza y apoyado por los generales Miguel Negrete, Felipe Berri

ozabal, Juan N. Méndez y Porfirio Díaz, enfrentaron a los zuavos, como también se les decía, días antes en Acultzingo y después en la zona de fuertes de Loreto y Guadalupe, Aranzazú, la Garita de Amozoc y la Plazuela de San Román hasta el Barrio de los Remedios.

El regimiento invasor, que era en ese momento uno de los mejores en el mundo por su entrenamiento y disciplina, y que había logrado conseguir en Europa grandes triunfos hasta llegar a ser considerado como invencible, fue rechazado en varias ocasiones al intentar tomar los fuertes. Los mexicanos, además de la artillería también se defendieron con herramientas caseras y de labranza, por la tarde una fuerte granizada obligó a los franceses a retirarse del campo de batalla.