La nadadora Katie Ledecky logró, por fin, la ansiada medalla de oro que se le había escapado en dos ocasiones en estos Juegos. Pero no fue lo único el hecho de que haya ganado, sino que se convirtió en la primera mujer en proclamarse campeona olímpica de los 1.500, una de las tres pruebas que se han estrenado en el programa en la capital japonesa.
Ni siquiera la decepción que sufrió apenas una hora antes en la final de los 200 libre, en la que no sólo volvió a ser derrotada por la australiana Ariarne Titmus, sino en la que ni tan siquiera logró subir al podio, impidió a Ledecky encontrar refugio en una sus pruebas favoritas.
Triple campeona del mundo y plusmarquista universal de la distancia con unos sensacionales 15:20.48.
Nadie parecía capaz de impedir a la norteamericana colgarse el oro en el estreno olímpico de los 1.500.
Tal y como Ledecky se encargó de recordar a sus rivales, tras tomar la iniciativa de la prueba desde el primer largo, lo que ya anticipaba, como es la costumbre, una carrera en solitario de la estadounidense.
Pero la taciturna Ledecky que ha llegado a estos Juegos no se parece en nada a la de anteriores competiciones y si antes las escapadas de la nadadora de Washington anticipaban unas gigantescas diferencias, en esta ocasión no fue así.
De hecho, la estadounidense, que nunca vio en peligro su victoria, tan sólo aventajó en cuatro segundos a su más inmediata perseguidora, la también estadounidense Erica Sulivan, tras imponerse con unos «discretos» 15:37.34.