Los implantes de chips en humanos es una realidad. Una reciente encuesta realizada por Cisco Systems, una compañía de tecnología, mostró que alrededor de una cuarta parte de los profesionales de entre 18 y 50 años sería voluntario para recibir un implante cerebral que les permita unir al instante sus pensamientos con Internet.
Entre otras conclusiones, el informe revela que en el 2020, la mayoría de los profesionales creen que los teléfonos inteligentes y “wearables” (computadoras portátiles) serán los dispositivos más importantes en la fuerza de trabajo.
De hecho, la tecnología ya existe y está siendo probado en diferentes países. En septiembre, un grupo de australianos se insertó microchips bajo la piel para ser capaz de controlar dispositivos electrónicos con un solo movimiento.
Ben Slater, director de publicidad de Apple en Australia, se hizo famoso por mostrar cómo los teléfonos inteligentes interactúan con las personas que ya utilizan un chip con RFID (Radio-Frequency Identification). Del tamaño de un grano de arroz, la implantación subcutánea permite al usuario abrir puertas, encender y apagar las luces y una serie de otras cosas sólo con gestos, sin tocar las cosas.
El celular identifica el movimiento y se “comunica” con los objetos, una simbiosis que hasta hace poco sólo podía ser vista en alguna película de ficción.