Existen algunas pautas para educar a nuestros hijos de manera equilibrada, como establecer normas que no dejen lugar a dudas, para ahorrarse discusiones. Por ejemplo, es diferente decir “sí puedes comerte una galleta”, ya que el niño tiene la esperanza de que después podrá comer otra, entre “te puedes comer una galleta, pero luego no me pidas más”.
Cuando los padres imponen un límite, deben cumplirlo a cabalidad. Si dicen “uno”, tiene que significar esa cantidad, y no uno y medio ni dos.
Se desaconseja ceder ante las súplicas del pequeño. Esta regla es muy sencilla: una vez que se da “el brazo a torcer”, se le demuestra que lloriquear da resultado.
Si el pequeño quiere ver la televisión, se le debe pedir un buen motivo por el cual puede hacerlo. Si él explica que ya terminó la tarea y ordenó su habitación, entonces los padres pueden ceder a la petición. Es recomendable exigirle que cumpla con sus obligaciones antes de jugar.
Existen estudios que afirman que cuando los padres enseñan a los hijos a cumplir con sus tareas, estos desarrollan mejor su capacidad para tolerar frustraciones.
Otras investigaciones demuestran que cuando al menor se le da todo lo que pide, aprende a no darle a las cosas su debido valor.