El estadio Jalisco se ha convertido no solo en el escenario de batallas en el aspecto deportivo. En los recientes cuatro años se registran enfrentamientos violentos que rebasan el plano del futbol.
Los protagonistas de estos choques han sido los grupos de animación de Atlas y Chivas, y en otras con aficionados de equipos visitantes.
La trifulca de la noche del domingo es la segunda que se inscribe en este año y que estuvo cerca de alcanzar niveles de tragedia, muy similar a la que se generó en marzo de este año con barristas de la porra de Chivas contra elementos de la policía municipal, quedando dos de ellos en estado grave, pero que posteriormente se recuperaron de la golpiza a la que fueron sometidos. La otra batalla campal que también le costó un veto al estadio Jalisco, sucedió en noviembre de 2010, cuando policías se enfrentaron a porristas de la Barra 51 del Atlas.
El tema seguridad se ha transformado ya en un factor a tomar en cuenta, ya que un inmueble que en el pasado se caracterizó por ser muy familiar, cada vez hace más frecuente el estallido de la violencia con el argumento de desahogar la frustración de la derrota. A estos sucesos, se agregan otros de menor intensidad, pero en el que finalmente se presentó la violencia.
Ya no hay alegría, solo tristeza y melancolía por los tiempos en los que las familias podían asistir a un partido de futbol y apoyar sin temores al equipo de su preferencia.