Teotihuacán, un paraíso histórico

La también  llamada Ciudad de los Dioses, Teotihuacan, conserva los vestigios de una de las civilizaciones más importantes de Mesoamérica. Sin importar por dónde comiences tu recorrido, quedarás asombrado con las hermosas construcciones y por el misterio que guardan los muros de la Pirámide del Sol, El Templo de Quetzalpápalotl, la Calzada de los Muertos y las edificaciones que los rodean.

Inicia tu paseo con la majestuosa la Pirámide del Sol, la más alta del complejo. Su estructura supone cinco fases de construcción. Sube por sus 243 escalones y en la cima, su ubicación, en perfecta sincronía con el eje por donde el sol se esconde cada tarde, te permitirá cargarte de energía. Incluso, de acuerdo con las leyendas de la ciudad, podrás pedir un deseo.

El complejo de edificios que componen la ciudad de Teotihuacan está unido por la Calzada de los Muertos. Podría decirse que esta avenida es la espina dorsal que conecta la Pirámide de La Luna, la del Sol y diversos edificios. Sus casi cuatro kilómetros de largo son el principal acceso para todos los templos de la zona arqueológica.

Al norte de la Pirámide del Sol, siguiendo por la Calzada de los Muertos,la Pirámide de la Luna, aguarda para asombrarte. Su estructura se levanta a 42 metros del suelo. Al frente, una construcción de cuatro cuerpos escalonados con muros de talud, sobresale del resto del montículo. Además, de la importancia de esta pirámide destacan los restos humanos y las ofrendas de joyas, jade, obsidiana, concha y cerámica, ade- más de entierros humanos.

Teotihuacán, un paraíso histórico

Aunque la Pirámide del Sol destaca por su tamaño, la de la Luna resalta por la cantidad de hermosas construcciones que la rodean. Ahí podrás visitar el Palacio de los Jaguares, uno de los pocos edificios que no eran templos y fue reconstruido por los arqueólogos.

Muy cerca del Palacio de los Jaguares encontrarás uno de los templos más bellos y mejor conservados de la zona arqueológica, el Palacio de la Quetzalpápalotl, “mariposa divina”, cuya imagen está labrada en las pilastras del patio y se compone de una mariposa en el cuerpo de un quetzal.

La majestuosidad de los restos de la cultura teotihuacana, es el marco perfecto para una serie de festividades que

dan cuenta de la tradición de los pueblos prehispánicos. Un ejemplo de ello es el Festival Internacional de la Obsidiana, entre el 16 y el 21 de marzo.

Este festival busca promover la labor de los talleres que rodean Teotihuacan, dedicados a dar vida a figuras hechas con este material presente en casi todos los ámbitos de la sociedad teotihuacana.